Durante la infancia, la actividad física
es casi siempre lúdica, es decir, juego espontáneo. Esto debe
facilitarse en el hogar, en la escuela y en los tiempos de ocio.
Los
niños y las niñas deben ser estimulados a moverse todos los días ya que
los hábitos de vida saludable se deben establecer cuanto antes. Parte
de su tiempo libre lo deben dedicar a participar en juegos, deportes y
cualquier otra actividad en que muevan su cuerpo, para que así puedan desarrollar todos los aspectos de la buena forma física.
Y es que ¡todo son ventajas!
- Desde el punto de vista puramente físico: más fuerza muscular; huesos más resistentes; mejor funcionamiento del corazón y los pulmones; mayor resistencia al esfuerzo y menos grasa corporal; mejora la postura y el equilibrio.
- Y también es excelente para el bienestar psicológico: mejora la autoestima y el humor; mejora el aprendizaje y la capacidad de concentración; se duerme mejor.
- Y desde el punto de vista social: se hacen amigos y se adquieren habilidades sociales.
¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a que sus hijos sean más activos?
- ¡Predicar con el ejemplo! Hacer algo de deporte, jugar con los hijos, practicar senderismo…
- Explicar las razones que tienen para ser activos: “Quiero
estar en forma”. “Me gusta sentirme ágil y sano”. “Es un rato que
desconecto de las preocupaciones y siento que me cuido”.
- Hablar en forma positiva del ejercicio físico: “¡Cómo me he divertido esta tarde en la piscina!”. “¡Qué bien me siento después de esta caminata!”...
-
Entre semana, padres e hijos seguramente tiene actividades diferentes,
pero en el fin de semana se pueden compartir: una excursión, jugar al
frisbee o al balón, ir a esquiar, …
-
Apoyarles en las actividades deportivas extraescolares, acompañarles a
los partidos, participar con sus equipos, hablar con los entrenadores...
- Buscar alternativas: un grupo scout, un club local, …
- Valorar sus esfuerzos. Ayudarles a reflexionar sobre cómo se sienten y qué han aprendido.
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